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100Mil Poetas por el Cambio Ecuador
martes, 4 de octubre de 2011
miércoles, 28 de septiembre de 2011
FREDDY AYALA
CEREMONIA 8
acercamiento al fuego
En la ceremonia de los anteriores segundos
operan más siglos
inválido silencio del ojo estrábico
la composición de una vieja partitura
en la desmemoria de las tablas
Arquitecto pisotón de cumplir más años
sobre una extravagante sortija
y tener el dibujo de un tiovivo
en un cromo
el pentagrama de un acústico olvido
Fijando la mirada a las arrugas del pizarrón
retorciendo en los ojos
las carátulas de una misántropa lejanía
ausencia de rostros
en la circunferencia del tiesto
una peluca cuelga dentro del escaparate
el quilate del viento lastima un espejo de arcilla
Supongo al trébol cuando deja
la nomenclatura del tres en la hierba
Y ya caminando hacia el destiempo de los zapatos
evitando tiznarme con una primitiva huella
en cada decenio de las rieles
constelar el inframundo de una imagen
CEREMONIA 9
el caos arqueológico
Y un obispo remienda su antigua gramática en el andamio
Y el grueso albergue de la hojarasca
espesando las huellas de sus pies
Sobre la Vía Láctea el poniente
incendia la prehisteria de los puntos
dejando menos capítulos del ojo
atrás de una estatua
Un cuerno izquierdo
avienta los ceros del maíz
Todos hablan de la angustia en el tabernáculo
en la estera culmina el ocaso de un fémur
Y un decibelio menos para el labio
que atraviesa
el páramo de un rondador
Y el presentimiento del cielo
traquetea lo fecundo del agua
convulsionan las anémonas
Ortopédico de las canas
agujereando más vacío en el espejo
el impostergable hachazo de voces
ayunando sobre el descanso de un interno
cosechando dentro de una sábana el habla
Un escarabajo
artesano de algún evangelio
se dirige al rostro de las perinolas
aún los zapatos se desbaratan en una rayuela
con el dedo índice inundo el golpe de las barajas
Al mármol soplan los pentagramas de carrizo
pero un niño se trunca con los números arábigos
y retorna a su eterno dibujo
más tarde desvía del camino el manuscrito de las acuarelas
***tomado de: LAS CEREMONIAS DEL FUEGO
SIEMPRE SON LAS CINCO / NADA QUE SUMAR
Manuel Jiménez
Aguas abajo leves niños azules
sus inútiles almas ausentes
los ojos observan, desmenuzan, miran, huelen
bajo alas de cuervo esplenden negrura
su paso final, reloj de ánima parda
Cúpula santa en tu baño de aullidos
Si nubla el parque la sombra reseca,
O falta el agua que llueva mi ausencia,
Finje mi nombre enloquecido
Sobre un trozo de granito
Serena, indiferente o borracha
Volverá la mirada miope, la escasa sombra
El alba fresca encaramada
la grupa frágil del viento sin lágrimas
que aún inmóvil el mundo,
nada se ha perdido ,
cien veces sucede el tiempo
Todo está quieto, da igual
En adelante
siempre serán las cinco.
NADA QUE SUMAR
Ojos de cal y rayo
marejada de rubíes del sur
brota energúmena un alma eléctrica
de tu gardenia feroz
Hoy no incubas bajo el árbol
la luminosa partícula del aire ácido
ni el intervalo azul
del nuevo infierno de butano
Arden doradas tus memorias
lívido neón metropolitano
en tu boca de pétalo acerado
la vuelta de rueda del infinito
infinito , infinito, infinito
Silba entre cristales
el humo precoz de la alameda
insaciable fuente, coro de avispas
herrumbre y hierba lavada
amado río de aguas bajitas y tibias
La mirada errante sobre la humareda
con mis temores, grandes como guayabas,
mis girasoles de amor antiaéreo
para atravesar el mundo de los niños
cabalgo mi alfombra de pétalos
sin nada que sumar a la sombra.
RÉQUIEM PARA ENDARA
CARO GUARDERAS
Achupallas en flor atrapan un sangurima
la niebla ha descendido, muestra un cuerpo húmedo
árboles de monte cargados de huicundos le dan sombra
casi a tierra un montoncito de ichu bajo su cabeza;
sembrío espeso de flechas marcan el rastro hacia el Ayapungo.
Así, hallado como piedra de ruina
quieto sin más viento estas vos
que flotabas como caballito de totora
garza que acarició el lago de San Pablo
tu piel
tejido de Otavalo
guarda huellas de besos bordados de Zuleta
escondidos tras el guango;
trenza que adornaste de caracolas!
no mojas tu zamarro en la cascada
Peguche te junta las manos
y hace que vueles sobre el agua
vos, vasija hallada en la tola
te llevan silbando una canción funeraria
yupaichiscas sin eco
pasos lluchos sobre nada;
de los sigses se abren campo los runas
y procesiones desenterradas
se mueven montañas a tu sepulcro
Imbabura y Cotacachi te regalan
la tierra, el ají, la cosecha
las cañas
Endara,
no despiertas indio viejo
ni ala voz de tu taita!
no miras cómo bajan
las nubes abrazadas!
los venados se acercan
huellas en los surcos
mañanas anunciando el pawkar raymi
gallos que madrugan aliviando
mientras que yo
(Manzanilla)no suelto ni el anacu, ni tus alpargatas!
Achupallas en flor atrapan un sangurima
la niebla ha descendido, muestra un cuerpo húmedo
árboles de monte cargados de huicundos le dan sombra
casi a tierra un montoncito de ichu bajo su cabeza;
sembrío espeso de flechas marcan el rastro hacia el Ayapungo.
Así, hallado como piedra de ruina
quieto sin más viento estas vos
que flotabas como caballito de totora
garza que acarició el lago de San Pablo
tu piel
tejido de Otavalo
guarda huellas de besos bordados de Zuleta
escondidos tras el guango;
trenza que adornaste de caracolas!
no mojas tu zamarro en la cascada
Peguche te junta las manos
y hace que vueles sobre el agua
vos, vasija hallada en la tola
te llevan silbando una canción funeraria
yupaichiscas sin eco
pasos lluchos sobre nada;
de los sigses se abren campo los runas
y procesiones desenterradas
se mueven montañas a tu sepulcro
Imbabura y Cotacachi te regalan
la tierra, el ají, la cosecha
las cañas
Endara,
no despiertas indio viejo
ni ala voz de tu taita!
no miras cómo bajan
las nubes abrazadas!
los venados se acercan
huellas en los surcos
mañanas anunciando el pawkar raymi
gallos que madrugan aliviando
mientras que yo
(Manzanilla)no suelto ni el anacu, ni tus alpargatas!
ROCÍO SORIA
La tristeza,
la inquebrantable tristeza,
la quietud de la tristeza.
La voz nombra a ese mismo dios que habiendo perdido su tinte macabro
estalla de risa desde el hueco que lo pronuncia
-violín incrustado en su carne-.
El rumor de la ciudad entra por el ducto de la ventilación,
cruza ambos salones,
la música del fondo es un colector de aguas verdes.
Las ventanas de la casa fueron clausuradas para siempre,
un polvillo fino se asienta sobre las cosas,
una tortura se columpia en las máquinas diminutas de su cuerpo.
La mujer sostiene el cuchillo de cortar el pan,
se abre una boca en el muslo,
pequeños duendes la poseen
penetrando por la llaga una y otra vez,
la atraviesan entera,
ningún grito,
solo un tiritar de los objetos,
frascos destemplados en una sinfonía ácida.
TEXTO 2
No me preguntes cómo estoy ni me abrumes de buenos deseos
finalmente tú sabes que todos los deseos son necedades,
he llegado a la conclusión de que la vanidad por leve que sea termina
en esta cama de enfermo.
Admito que tengo deseos inconfesables, vanidades sabias, egoísmos o
ingenuidades.
Hoy subí al desván a buscar unas hojas y volví a bajar
lo dejé solo y a mi vuelta él sigue respirando,
ha sonreído,
ha dicho palabras nuevas,
yo he girado su cuerpo a la derecha
y la muerte aún no ha llegado aunque las moscardas sí.
Temo que mejore,
no quiero comprobar nuevas señales,
me bastaría, por mi bien y solo por mi bien,
que siga respirando y durmiendo como un fósil,
sin pistas falsas,
todo adelanto supondría una nueva recaída si es que esto es posible,
por lo visto siempre es posible para los médicos o para efectos del
poema decir que la situación se complica, que su estado es grave,
delicado, gravísimo, urgente, etcétera.
Yo creo a pie juntillas lo que dice la abuela sobre que la lucidez
momentánea es signo de un nuevo daño.
Mejor no preguntes cómo estoy ni me abrumes de buenos deseos,
todo deseo es una necedad, un movimiento en falso, un suspiro, una
muestra de debilidad, una cómoda certidumbre, un inaplazable vacío,
una cama de enfermo,
un coma prolongado…
las moscardas sobrevuelan,
pueblan las cortinas,
yo acuno un poema y una falsa serenidad en el rostro.
Mi madre llega, trae una triste sonrisa, bromea, se sienta, observa, confía.
POESÍA / COMO EL AGUA
Marcos Rivadeneira S.
me pregunto, la suerte de los sobres viajeros que llevan afectos y abrazos pero, sobre todo nubes que cubrieron maldiciones destruidas. me pregunto si los papeles inconclusos no son ahora jardines de telarañas o se convirtieron en eso que busca con desespero la gente: un paquete de codicia. esos papeles envejecidos por fuerza del olvido, primero añorados y luego, despojados de letras, absorbidos por lo cotidiano y envueltos entre sinapsis que nunca se dejarán arrebatar: son árboles desplumados, ese mismo u otros papeles que no llegaron a ninguna parte. cartas devueltas sin abrir.
las preguntas brotan de la soledad de los muelles por la noche. la risa torpe del grupo adolescente que seduce y la nostalgia de los cigarrillos quemándose sin más motivo que el fuego de sus entrañas. fósforos muertos guardados en las mismas cajas y aquellos mártires que perdieron la cabeza por un rasgar desesperado.
me pregunto, si todas las preguntas no son más que las cosas infinitas que los mismos objetos van construyendo en mundos paralelos, en personas diversas, combinando las vidas en un torbellino que se reparte para que las aceras sean compartidas en una comunión insólita del mundo.
*****
lejos de toda retórica, la fascinación bucólica que provoca el regreso de la golondrina, me obliga a hurgar los baúles de la inocencia y recuerdo un sueño.
no retengo fielmente los primeros vuelos,
la fascinación por la naturaleza. éxtasis produce la hormiga en su constante ir, llevando a cuestas la vida.
en el sueño:
levito…
aleteando con elegancia de gaviota, sobrevuelo el barrio,
desprendido del cuerpo,
masa incorpórea levantada a volar. veo la calle, cruzo árboles, la gente no se inmuta, no me mira soy un reflejo sin sombra. soy el éxtasis.
han pasado cuarenta años. las golondrinas regresan y me recuesto sobre la hierba, trato de entender la dirección del viento. la bandada pasa sin detenerse. emerge la nostalgia.
mi perro me mira con cara absorta
se pregunta si las alas que traigo puesto serán parte del disfraz para la fiesta…
*****
Como el agua
te llevaré a una cascada
un velo de seda
un jardín de agua corriente
siéntate conmigo en la orilla
que la garúa nos abrace
¿te gusta el agua?
la mejor es la que corre
como los niños seguidos por las cometas
la que corre llevándose las piedras
ese murmullo alimenta al mundo
de alegría y las piedras
no son otra cosa más que nuestras dudas
por eso hay tanta piedra en la orilla
también es buena el agua que cae
la que viene de arriba de la cascada
es un gigante verde y blanco y espumoso
que corre corre rio abajo tropezándose con la luna
y estalla
la gente juega en su alfombra
y les gusta el agua
la vida es como el agua
se va entre piedras y caídas
¿te gusta el agua?
dime ahora toda mojada
si este velo que trajimos
nos sirve para esconder los deseos
no será mejor que me beses beses mientras estas mojada
mañana cambiarás de opinión
ahora quiéreme como el agua
que es lo que único que tengo en los bolsillos
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